viernes, 12 de diciembre de 2008

Cuidado con el villancico

Por Adrián Brecha

Llegan estas fechas y nos invade el espíritu navideño. Hasta el más ateo se ve enredado en las bellas historias del natalicio y la ciudad comienza a vestir esos hermosos árboles luminosos en las avenidas. Los comercios arden con rojo Papá Noel y nos invitan a celebrar quemando tarjetas de plástico. Diciembre es un vaivén. Nos hamacamos en sensaciones que oscilan entre el placer y la profunda incomodidad. Hay alegría por estar con alguien, pero siempre disgusta un poco la obligación de ver a otros. Entiéndase: el tío gagá que nos pregunta por la única novia que conoció y que hoy es militante lésbica o la tía abuela que nos detesta, y que suele fingir que nos quiere, e intenta enmendar heridas de la infancia regalándonos un calzoncillo blanco generalmente de un talle XL. Las fiestas nos someten a potenciar nuestro temple, el brindis de las doce nos hace dudar por un momento que existe la familia y que esta es la célula básica de la sociedad. Por culpa del calendario gregoriano, nos castigamos con balances angustiosos donde siempre surge algo por hacer. Es por eso que aquí van las cinco últimas argucias del 2008, para sobrevivir a las celebraciones:

1. No se convierta en huraño. De todas maneras, la pirotecnia lo despertara a las 12. No abuse del Rivotril, hay que llegar al 31 (por lo menos).

2. Si no vio a la familia durante todo el año... ¿Por qué someterse a tamaña situación? Simule un viaje y finja quedar varado por algún corte ruta.

3. Si insiste en encontrarse, evite diálogos existencialistas o conatos de solución de conflictos tales como una sucesión.

4. Si todo lo anterior no funciona, entréguese a la fiesta. Tome mucho y coma poco. Siempre es bueno un anti-hepático al comenzar la noche.

5. Y si llegó hasta acá, sólo nos queda decirle que fin de año le sea leve. Y gracias por compartir estos intentos de humor.

Publicado en Pausa #31, 12 de diciembre de 2008.
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viernes, 5 de diciembre de 2008

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos

Por Adrián Brecha

Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha intentado amar y ser correspondido. Compleja y ardua tarea la de encontrarse con otros. Más allá de que, en un sentido amplio, el amor puede llevarnos a desear una piedra, un perro o un auto, lo que más nos desvela es disfrutar de nuestras pasiones sin terminar heridos y viendo una comedia a las 3 de la matina.

La historia del amor no es muy rosada que digamos. Reyes, sacerdotes, guerreros, médicos, banqueros, notarios: todos lo encuadraron, normalizaron, reprimieron, encarcelaron, violentaron. No siempre fue una partida de placer. Durante largo tiempo reinó el orden moralistón de lo sexual, que ejercía una verdadera opresión sobre la vida privada. Aún en estos últimos días la iglesia local desempolva sus recomendaciones de cómo y para qué uno “debe” amar. Pasaron muchos siglos, el estallido se produjo recién en el mayo francés: ¡Prohibido prohibir! ¡Gocemos sin trabas! ¡Hagamos tabla rasa del pasado puritano! Todos desnudos, con flores en el pelo, los porros van pasando de mano en mano, y también las parejas. Es el paraíso en la Tierra. La religiosa mirada del sexo en su revés. Prioridad absoluta del placer. Orgasmo obligatorio.

Pasaron siglos, revoluciones, innovaciones tecnológicas y, sin embargo, sostener una pareja (con o sin matrimonio) es más difícil que salir de la crisis financiera. Es por eso que intentaremos darles 5 fullerías para sobrellevarlo:

1. El amor debe combatir ese monstruo que lo devora todo: la costumbre. Si es necesario puede recurrir a pelucas o juegos. Evite la generala y el scrabel.

2. El cambio de roles puede traerle diversos placeres, aunque dolorosos. Pruebe antes con el cambio de nombres.

3. El cine es una usina de ideas para sobrellevar la monotonía. Pero de ninguna manera emule a Mickey Rourke en Nueve semanas y media. La miel suele ser muy pegajosa.

4. Los striptease suelen ser muy atractivos, pero piénselo bien, no sea ridículo. Ya tenemos demasiado con Tinelli.

5. ¡Amar es un trabajo! Entendiendo los diversos problemas que existen con los gremios, es bueno llamar a una conciliación voluntaria.

Publicado en Pausa #30, 5 de diciembre de 2008.
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